jueves, 10 de diciembre de 2015

¡Qué nos gusta un salseo!



¡Buenas tardes Cancanos! Por fin jueves, lo que significa que hoy toca desvelar la segunda y última parte de el relato de la semana pasada, que por cierto, habéis sido vosotros mismos los que habéis escogido su final mediante una encuesta que hicimos desde nuestra cuenta oficial de Twitter. Esperemos que os guste y… ¡Ahí va!

***
Seguía sin poder dormir. Por más que lo intentaba no dejaba de darle vueltas a lo que había pasado esa misma noche. ¿Es posible pillarse tan rápido de un chico? Siempre había pensado que eso era ridículo, pero creo que me estaba pasando.

Este chico me había defendido, sin nada a cambio… ¿Eso significa que le gustaba de verdad? ¿O solo me veía como un polvo de una noche? No podía parar de pensarlo… Creí que sería buena idea masturbarme para poder relajarme y así, conseguir descansar al menos un par de horitas… ¡Que en nada y menos llegaba mi gemelo!

Para ponerme “manos a la obra”, decidí estimularme mediante mi página Web porno gay favorita, era demasiado tarde y no estaba como para hacer uso de mi escasa imaginación. No me esmeré demasiado: pinché el primer video que me salió. Pero nada. Parece que la ‘amiga’ tenía ganas de complicarme la vida: no me motivaba nada. Miento como un bellaco. Había una cosa que me la ponía más dura que un palo de billar, se trataba del mero recuerdo de ese chico misterioso. Con tan solo imaginarme sus marcados abdominales, su oscura piel y ese aire chulesco, hacía que una erección no intencionada, fuese la causante del bulto que asomaba entre mis piernas. Resulta irónico, puesto que al final tuve que hacer uso de mi imaginación, que por lo visto, no estaba tan dormida como pensaba.

TRES HORAS DESPUÉS…


“¡Alexis despierta!” exclamó mamá desde el piso de abajo. Mierda… ¡Me había quedado completamente dormido! Cuando reaccioné, me vinieron dos cosas en la mente: Primero de todo, la escena de sexo en el baño de la discoteca… ¿Por qué no me quitaré a ese chico de mi mente? Y en segundo lugar, mi hermano gemelo.
Me acababa de despertar después de que mi madre gritara mi nombre y alguien tocase la puerta  ¿Y adivináis quién podía ser?

“¿¡Alexis quieres bajar!? Ay por Dios este chico siempre tan tardón…” Replicó mi madre. “¡Ya voy mamá, me estoy vistiendo, un segundo!” Contesté. Madre mía, no podía creer que mi hermano ya estuviera en casa… ¿Cómo será? ¿Será hetero o gay? ¿Vestirá bien? ¡Ayayay me va a dar un patatús!

No me dio tiempo ni a pensar qué ropa me pondría, así que recogí la camisa y los tejanos del suelo de la noche anterior y me vestí torpemente. Bajé rápido como un cohete. Cada vez que avanzaba un peldaño, lograba ver un poquito más la silueta de mi hermano.
Y ahí estaba él, frente a mi madre. Y la suya, claro.
Mamá tapaba el rostro de mi gemelo hasta que esta se dirigió al jardín y lo vi, después de tantísimos años sin ponerle rostro… ¿¡Pero qué coño!? ¡No era mi hermano! Era el chico de anoche


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“¡Has venido!” Exclamé intentando contener mi emoción y felicidad. “Pues ya ves, se ve que yo también tenía un compromiso, verte a ti” y sonrío mordiéndose el labio. ¡Qué jodidamente bonito era! Se había preocupado de venir hasta mi casa, la memorizó la noche anterior y todo eso para verme… ¿Se habría pillado tanto como yo de él? ¿Tendríamos esa conexión mágica que tienen algunas parejas? Esas dudas se disiparon con la intervención de mi made que chillaba desde el jardín: “¡Alexis, ven a saludar a tu padre, anda!” ¿Cómo? ¿Mi padre estaba allí? Entonces… ¡Mi hermano también! Qué vergüenza…el chico que me gustaba había venido a la misma hora que mis familiares… ¿Y ahora qué les diría?

“Emm… Disculpa, tengo que ir a saludar a mi padre, ahora te cuento todo que es un poco… ¿De película?” Le dije al chico. A todo esto, contestó con una sonrisa y asintió. Me dirigí al jardín para saludar a mi hermano y al energúmeno de mi padre, que si os soy sincero, estaba tan contento de saber que volvía a ver al chico de anoche que todo ese rencor se  había esfumado. “¿Hola cómo va todo?” Saludé fríamente al hombre. Sin importar su contestación le dije a mamá: “¿Dónde está mi hermano, mamá?” cuando escuchó mi pregunta, puso cara de sorpresa y pronunció: “Creí que os habíais topado en la entrada, quizás ha ido al baño justo cuando bajabas… ¡Quedarás sorprendido, apenas os parecéis!”. 

“No puede ser…” pensé interiormente. Así era, la noche anterior me había acostado con mi gemelo. No me podía estar pasando esto… Sería demasiada casualidad que mi hermano hubiera ido a la misma discoteca que yo, y ¡además de ambiente!

No lo podía mirar a la cara. ¡Vaya estampa! Ahí me encontraba, en la mesa del comedor con mi padre que hacía prácticamente una vida que no veía y con mi hermano gemelo que además de no parecerse nada a mí, me gustaba y estaba tremendo. Ah, y se me olvida decir que por si es poco, me lo había tirado la noche anterior. ¡Era de locos! “Alexis, ve a por los postres, haz el favor” Dijo mamá. “¡Ya te acompaño hermano!” agregó mi gemelo y amante… ¿O no debería llamarlo así?

Cuando lleguemos a la cocina empecé a ametrallarlo de preguntas: “¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿O quizás no te acuerdas de lo que pasó anoche?” le dije. “Pues claro que me acuerdo… Si he tenido sueños húmedos pensando en el polvazo de ayer… Bufff” me contestó. “¿Pero tu estás enfermo? ¿A caso no sabes que el incesto es delito en España?” Dije nerviosamente. “Pues claro, ¿Pero tiene su morbo follarte a tu hermano no? Me encanta lo prohibido y no hay persona con la que folle más prohibida que y todavía más si no nos parecemos” y sonrío pícaramente. “¿Pero… Y si alguien nos vio ayer juntos? ¿Qué pensará la gente?” le reproché. “¿Qué quieres que piensen…? ¿A caso nos parecemos? Yo estoy moreno porque en Canarias me toca el sol casi los 365 días del año, mientras que tú estás más blanco que la leche… Además, tu estás teñido de rubio y yo negro natural. Tú eres un tirillas y yo estoy machacado del gimnasio. ¿Sigo?” me dijo irónicamente. “No. No hace falta…” Dije tímidamente. Y en ese preciso momento me comió la boca, tan bruscamente como solo él me lo había echo. Mis mejillas se ruborizaron y él se percató. “Me encanta cuando te pones nervioso y empiezas a temblar…” Cogió mi mano rápidamente e hizo que le tocara el paquete. ¡Joder que dura estaba! Parecía que le fuera a estallar.

“¿Chicos, cómo van esos postres?” Exclamó mamá desde el comedor. “¡Ya vamos mamá, es que Alexis está decorando las pastas, que dice que así están muy sosas, no vengáis que es una sorpresa!” Contestó irónicamente mi hermano, y a continuación, me susurró al oído: “Ves que bien, ya los tenemos entretenidos… ¿No te has quedado con hambre?” Y señaló con el dedo pulgar su miembro, que ya se lo había sacado él solito de sus pantalones. Me fue bajando la cabeza hasta que, con mi boca, topé con su pene y se ‘obró el milagro’.  

“¿Alexis, compartirás habitación con tu hermano?” dijo mamá una vez dejemos los postres encima la mesa. En ese momento lo miré y los sentimientos y la pasión hablaron por mí: “Claro mamá, no me importa dormir junto a él” “¿A ti te parece bien?” le pregunté intentando fingir que no me había atragantado con su miembro en la escena anterior. “Claro, no hay problema” me contestó, y a continuación me guiñó el ojo y noté como posaba su pie descalzo desde el otro extremo de la mesa encima de mi paquete. “Nos lo pasaremos bien, creo que tenemos mucho que contarnos” y sonrió malvadamente. 


FIN 

Fuente imagen: Flickr

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